Datos actuales sobre los hábitos alimentarios de la población escolar y adolescente en nuestro entorno ponen de manifiesto cambios muy importantes en relación a los objetivos nutricionales. En este colectivo se han detectado más que en ningún otro grupo de población modificaciones que han inducido el progresivo alejamiento de la Dieta Mediterránea y la transformación del modelo alimentario predominante hacia un perfil en el que los alimentos procesados van ganando terreno a la cocina tradicional. A esto se le ha de añadir una metamorfosis (poco sana) consistente en un aumento del consumo de grasas y una disminución en la ingesta de hidratos de carbono y de fibra, debido al bajo consumo de cereales, verduras y frutas.
Es bien sabido que la alimentación es el principal factor exógeno condicionante de un correcto crecimiento y desarrollo. Los hábitos de alimentación adecuados además de favorecer un estado de bienestar y de energía, asientan las bases para una mayor longevidad y buena calidad de vida en edades posteriores. La adquisición de hábitos alimenticios saludables en esta etapa contribuye a la prevención de enfermedades que se manifestarán en la edad adulta. Permite el mantenimiento y promoción de la Salud y el Bienestar no sólo en la niñez y adolescencia, sino potencialmente en las etapas posteriores de la vida.
La infancia y la adolescencia constituyen etapas de gran interés para la nutrición, puesto que supone un período de promoción y consolidación de los hábitos alimentarios, y por tanto, potencialmente mejorable. También constituye una etapa de riesgo dado el incremento de las necesidades nutricionales durante las fases de crecimiento y desarrollo.
Los alimentos deben aportar la cantidad de calorías necesarias de acuerdo a su edad, peso, altura y actividad física que desarrolla. Y estas calorías tienen que distribuirse en las cuatro comidas con los siguientes porcentajes: entre 20 - 25% del aporte energético diario en el desayuno, la comida el 30%, la merienda un 10 – 15 %, y la cena el 25 – 30 % restante, pudiéndose ésta última alivianarse compensándola con las restantes.
Veamos a continuación los gastos energéticos para algunas de las actividades físicas más conocidas:
- Montar en bicicleta: 0,012.
- Jugar al tenis: 0,109.
- Jugar al fútbol: 0,137.
- Jugar al baloncesto: 0,14.
- Nadar: 0,173.
- Pasear: 0,038.
Autores como Girón Barranco[1], Agudo Matarán[2] y Mur Frenne[3] salvaguardan que todas las comidas tienen su importancia vital. Entre éstas, el desayuno es toda una comida, necesaria para el desarrollo físico e intelectual de los discentes, y tiene mucha más importancia de la que le damos. Se encuentra no sólo en la primera posición de consumo diario, sino también en importancia nutricional, porque tras varias horas durmiendo, el organismo ha ido gastando diferentes propiedades. Por ello es de vital importancia que realicemos un “desayuno saludable”, puesto que esta primera ingesta de nutrientes es la que va a permitir el arrancar el motor del organismo. Sostienen, que si fuera pésima, escasa o nula, se vería reflejado en la ejecución de las actividades de la vida diaria.
Sin embargo, para Rivero Martín; Canals y Salas, suele ser la comida que con mayor frecuencia es insuficiente o nula. Aranceta[4], en el estudio “enKind” se obtiene que el 8% de nuestros niños y jóvenes acuden al colegio sin desayunar, esto se da más en las niñas que en los niños, el 4% no consume nada en toda la mañana, y tan solo el 5% de los que desayunan habitualmente lo hacen de forma óptima consumiendo lácteos, cereales y frutas.
El rendimiento en la clase es directamente proporcional a la calidad de desayuno, no a la cantidad, que un escolar haya ingerido. Está científicamente comprobado que la gran mayoría de las distracciones que tienen los niños a partir de la segunda hora de clase – falta de rendimiento intelectual- son causadas por no haber desayunado correctamente (fallos energéticos). La explicación es sencilla; al estar en ayunas, hay escasez de glucosa en la sangre y por ende en el cerebro. Esta falta de azúcar hace que el organismo funcione deficientemente, en estas condiciones es muy difícil mantener la atención durante un lapso largo y pueden ser frecuentes las molestias estomacales o los dolores de cabeza, cansancio, desgana, somnolencia,... Para evitar este estado, hipoglucemia, es necesario brindarle al organismo todos los alimentos que necesita para comenzar el día con energías.
Por todo ello, es conveniente habituar a los niños -desde pequeños- a realizar un buen desayuno para lo cual es imprescindible dedicarle entre 15 y 20 minutos de tiempo, sentados en la mesa, a ser posible en familia, en un ambiente relajado, para lo cual hay que despertar a los chicos con suficiente tiempo, por lo que deberán cenar pronto e ir a dormir a una hora apropiada la noche anterior, dejando el material escolar preparado.
Un desayuno puede incluir toda clase de alimentos, aunque la cultura alimentaria de una población marca las costumbres y selecciona aquellas que le parecen propias de esta hora de la mañana. Puede ser muy diverso, pero es bueno que asegure la ingesta de nutrientes energéticos (hidratos de carbono y lípidos), estructurales (proteínas) y protectores (minerales y vitaminas). Se aconseja preferentemente la tríada compuesta por lácteos, cereales y frutas o zumos de fruta fresca, que pueden complementar con otros alimentos proteicos como huevos, jamón,…, hasta llegar al 20 – 25 % de las calorías que ha de aportar.
No existe un “desayuno ideal” que podamos repetir todas las mañanas y, tampoco debería existir por varios motivos:
· Para lograr una correcta alimentación deben hacerse combinaciones que mantengan un equilibrio en proteínas, vitaminas y minerales.
· Porque desayunar siempre lo mismo hace que los niños se saturen de tanta repetición, y el organismo refleje la toma alimenticia como algo aburrido y rutinario.
Queda comprobado que el desarrollo físico y, el crecimiento están muy relacionados con la Salud, más especialmente, con la nutrición recibida. Una disminución en el ritmo de crecimiento suele ser el primer signo observable de una posible mal-nutrición del sujeto. La mal - nutrición proteico-calórica causa una distorsión del crecimiento y del proceso de desarrollo, como también afecta a los niños en su desarrollo mental y por lo tanto en su capacidad de aprendizaje y en su conducta. Por ello, tan pronto como el niño desnutrido recibe una dieta adecuada, presenta una recuperación que puede llegar a alcanzar valores cercanos a los normales.
En muestra sociedad se está modificando el hábito alimentario debido a cambios, sobre todo socio-culturales; social, familiar, nuevas ideas de la propia imagen, la salud, y una cultura alimentaria globalizada. Los nuevos estilos de vida, con falta de tiempo, están induciendo a consumir desayunos contra-reloj, y en consecuencia de baja calidad nutricional, que contribuyen a hacer una elección peor en la dieta durante el resto del día, hecho que repercute en las consultas de Atención Primaria.
Para contrarrestar los efectos antes descritos, es muy importante que el niño aprenda a comer de forma saludable tanto para conseguir un desarrollo físico y psíquico óptimos, como para evitar posibles factores de riesgo de determinadas patologías propias de los adultos a largo plazo, y de gran trascendencia desde el punto de vista sanitario, como es el nivel de sobrepeso y la obesidad – dietas ricas en grasas al comer lo que se denomina “comida basura”-, anemia, problemas musculares y óseos,…
Por norma general, las personas que suelen desayunar diariamente, están más delgadas que las que no desayunan y quienes comen más cereales están más delgadas que aquellas que comen la mayoría de otros tipos de desayunos. Añadir que, los jóvenes que no desayunan tienen casi el doble de probabilidades de tener sobrepeso que los que sí desayunan. El no desayunar, puede hacer que las personas coman más alimentos, más tarde y entre comidas, porque cuando se tiene hambre se come más cantidad de alimentos y éstos se escogen menos nutritivos.
Otras consecuencias de saltarse el desayuno son decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa -nuestro principal combustible energético- que produce el ayuno. Hay que recordar que a primera hora de la mañana el organismo lleva ya entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento. La falta de glucosa empuja a nuestro cuerpo a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento orgánico. En edades escolares, esto condiciona el aprendizaje y acarrea un descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan particularmente afectadas. Estas observaciones han sido verificadas tanto en niños que presentaban una alimentación equilibrada en su conjunto como en niños que presentaban una alimentación insuficiente. Por todo ello, se puede considerar que el desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el estado físico, psíquico y nutricional, pero no sólo de los niños y adolescentes, sino en personas de todas las edades.
Nuestros niños deberían desayunar todos los días antes de salir para poder cumplir con eficacia en las labores del colegio. Si nos saltamos el desayuno y lo reemplazamos con la colación de la media mañana les estamos restando una comida importante y a consecuencia de esto podemos acarrear las mencionadas repercusiones funcionales.
Ultimamos este ensayo haciendo una breve recapitulación de los beneficios que comportan el tomar un buen desayuno:
· Mejora el rendimiento físico y escolar.
· Ayuda a mantener un peso corporal normal.
· Mejora la concentración y el comportamiento.
· Aumenta el rendimiento y la productividad en el trabajo.
· Te permite mantener un buen crecimiento y desarrollo.
· Contribuye a tener un buen estado de salud.
[1] Giron Barranco P. “El desayuno” es toda una comida. Experiencia con los alumnos de educación infantil en un colegio público de un barrio marginal de Bilbao. Enferm Cient 1998.
[2] Agudo Matarán P, Montere Sánchez MD, Aranda Marín AM. Hábitos alimentarios en el desayuno y recreo de los alumnos de Primaria. Cent Salud 1998.
[3] Mur Frenne L, Fleita Zaragozano J. Importancia del desayuno en los niños. Enferm Cient 1991.
[4] Aranceta Bartrina J, Serra Majem L. Desayuno y equilibrio alimenticio: Estudio enKind. Barcelona: Masson; 2000.